martes, 23 de febrero de 2010

Una carta para Lisa



-->

Así sentíamos que se podía seguir. Cada uno en su mundo, adoptamos una manera extraña de querernos, de a ratos simulábamos que nos entreteníamos; otros que nos lamentábamos por no ir a más.


Muchas veces, yo le debilitaba un toque el orgullo con mi manera de decir las cosas; a veces poética otras tantas cruel. La verdad es que hemos transitado por arduos caminos, yo sofoqué toda esperanza de amor, no dejando así que siquiera me extrañe cuando debía hacerlo. Ella, por su parte, nunca dejó que de su pecho nazca una palabra que endulce un tanto mi ego. Hacíamos cosas de insanos, locos nomás.


Nunca supe estar tan bajo en moral, creo que mi dignidad descansaba impaciente sobre la alfombra del living que soportaba los pasos de los que temen no levantarse jamás.


He mutilado millones de veces a mis ojos con tal de que no me viera llorar, no vale mostrarse como víctima, aunque, de hecho, lo era. Lo fui, lo soy y lo seré. Sueño con un futuro venturoso pero por el momento no se ve cerca. Como el pasado no se puede borrar, decidí que lo mejor sea vivir el presente. Aquel tiempo pretérito que lo llevo como un karma, como una mochila a cuesta que pesa cada vez más. Voy a vender cara mi derrota. Como los poetas en el viejo romanticismo europeo.


Una y otra vez (again and again) insisto en darle amor, en reposar en paz, siempre con los dos dedos en ve, porque, finalmente, y es un punto de vista, es así como se maquinan los motores de la naturaleza humana. Nos alimentamos del aire, focalizamos en el viento, nos hundimos en los mares, nos relamemos cuando existe el placer, y terminamos, finalmente amando. Aunque duela, aunque hiera.


Hay cosas dentro de mí que no están claras, he tratado de no pensar como facón envenenado, mi vientre revuelto se toma revancha cuando digiere mal las cosas sin sentido. Estuve preso de mi bronca un tiempo, regañando conmigo mismo. ¿es que ni siquiera me respeto un poco? No lo sé.


He extraviado el paladar del gusto, no distingo entre el bien y el mal, ya no. Los signos me han dicho que no debo escuchar a mi voz interior que se le da por reclamar un poco de contención.


La espada duele cuando es clavada en el medio del pecho y sangra aún más si se la revuelve con fuerza.


Así doy paso al fraude. Sigo los pasos de mis mejillas, no dejo que mis ojos se cierren, tratando de no pestañar me quedo en silencio, en vilo diría yo. Y sigo insistiendo. No doy el brazo a torcer.


¿ y si muero mañana? Todo se queda en remolinos sin una visión clara de lo que nos pasa. Entonces te pido amor. No mucho sino más bien un poco, lo que puedas, un cachito, mirá así con las manos, como antes hacíamos, te acordás cuando yo pensaba que vos eras la que me ambas y el que se ocultaba era yo, te acordás de eso. Como se da vuelta la tortilla ¿eh?


Porque me cuesta seguir extrañando lo que perdí. No quiero soltar tu cara. Por suerte siempre me has sido sincera. Aprecio tu honestidad. Debes estar envuelta dentro tuyo y sé que es difícil asimilar todo de golpe. Ya pasó un tiempo. Vamos en desnivel pero bien. Te dejaría un beso. Te lo dejo.