lunes, 27 de febrero de 2012

Bela Lugosi


Llueve y la noche se vuelve tenebrosa. Asuntos pendientes van y vienen dentro de mi cabeza, se van guardando y procesando de manera dolorosa dentro del hemisferio izquierdo de mi cerebro. Los últimos días pasados han sido, particularmente, muy espinosos. Hay ciertas dicotomías que la razón no logra descifrar; a saber: - la memoria me resulta complicada, como Luis dijo alguna vez, y me cuesta acordarme de la última vez que le quebré el corazón a una chica. Pues bien, ayer nomás lo hice, sin siquiera darme cuenta

Segundo, muy poco antes supe insistir al amor que llevo conmigo dentro que me dejara librarme de esta opresión y le confesé mi debilidad ante la esquiva mirada de sus ojos claros. Error grave cometí al hacerlo ya que fue en vano tratar de conseguir algún tipo de respuesta, de todas formas creo que ayudé a organizar las fichas de su mente.

Por último, existe la posibilidad de que haya creado un castillo en aquel vientre que hoy me condena con palabras que no conocía hasta que ella me habló directamente sin tratar de escucharme.

Elevado esto al subconsciente, el veredicto del destino hace que yo me encuentre en una situación un tanto incomoda por estos días. Quizás fue por intentar revelarme ante los desechos en los que el mundo (mi mundo) se encuentra. Yo soy mi propia creación, he transformado mi propio ser, he sido mi verdugo y hoy lamento no poder tener los suficientes cojones como para repararlo. Me ha costado mucho dejar caer mis lágrimas, traté de forzarlas creyendo que mi cuerpo se inundaba por dentro, puse gotas en mis ojos pero nada parecía importarles a mis pupilas rencorosas. Ya cansado de insistir, me tiré en mi cama a ver una película vieja de Burton. No es muy recomendable Burton cuando es de noche y llueve mucho porque quizás no te dejen dormir del todo bien pero lo importante fue que, finalmente, pude corromper la esgrima de mis ojos. Ya vencido por las situaciones dejé que mi corazón palpe la emoción que genera ver un largometraje en compañía de mi eterna soledad y fue allí entonces donde mi llanto quebró en expresión de furia y desamor. Fue allí, en la escena de Ed Wood cuando muere Bela Lugosi donde lloré, donde recordé todo lo que me estaba pasando, donde me arrepentí de haberle roto el corazón a aquella chica, donde me entristecí por el amor que nunca iba a tener, donde pensé que quizás aquel castillo sería mío... y no de otro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario