domingo, 18 de julio de 2010

Oda blanca




No asustás tanto como antes. Es como verlo dentro de mi memoria, cuando recorro aquellos pasillos me encuentro disperso un poco y lucho aún más contra mis recuerdos. Dar vueltas sobre mí me ha hecho recurrir a los problemas que salen cuando, sin sentido, pienso en las circunstancias que nos llevaron a estar lejos. Ya, desde el vamos, profanábamos diferentes ideologías, no es casualidad que a mi no me joda la ropa tirada en el piso del living. En contraria posición quedábamos en la cama cuando deliberábamos acerca de lo que es la libertad. Así, todo a la ligera. Si el progreso para vos era solo un boliche bailable y para mi era una forma de vida, cómo no me di cuenta que íbamos por caminos diferentes, que las veredas no se iban a cruzar, aunque tantas veces me haya estirado para alcanzar tus manos o tu boca o tus comisuras o tus olvidos.

Ahora, las imágenes se me esfuman, la energía suma desde otro lado, van sumergiéndose las cartas que me escribías en aquella chimenea que se regodea de fuego. Desde luego, que ahora estoy con bronca, pero no es resentimiento, porque en este momento las cosas van saliendo como las predije en aquel tiempo, he curtido la siembra de la locura por muchos instantes, cuando ya no sabía si el espejo me podía dar alguna respuesta por el tiempo que perdí. Analicemos juntos. Todavía me queda por entender por qué tuve que darte tantas explicaciones acerca del disco Taki Ongoy de Víctor. Después me saltó la ficha de que los Huacas te importaban una mierda, de que la historia sólo la habías escrito vos, y que yo te aburría aclarándote el informe un poco. Y no me voy del tema musical. Nunca me perdonaste que te haga conocer Eiti-Leda. Te creíste Peperina por mucho tiempo pero resulta que no le llegabas ni a los talones, ni siquiera tomándote las infusiones. Pero siempre te encontré pálida, cuando mi nariz se resfriaba, vos te enojabas y no dabas ninguna señal.

Pero ahora, no te necesito como antes, ni un gramo. He refugiado mi alma en cosas más importantes que enrolar mi cabeza en tu porquería, porque ya no dependo de vos. Ya no te llamo, no te reclamo, no estoy pidiendo por vos. Las tardes que me has hecho feliz quedan en el olvido, y es un triste historial el que te rodea. Todo a tu paso era destruido, con cuántos cuerpos arrasaste, con cuántas cosas te quedaste.

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