domingo, 18 de abril de 2010

Ojos de papel ( Chapter One)


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La esperanza de una felicidad eterna en otro mundo lleva consigo un placer y un dolor constante. Es una antagonía peculiar pero es así. Los seres humanos son extraños, somos extraños. No sé en qué momento me puse a pensar en aquellos versos de Alejandra, en su vida, en sus sueños, en el correr de la poeta alocada en rimas y prosas; tal vez me sienta un poco solo por el momento. Me pongo a mirar los alrededores del edificio y lo encuentro vacío en demasía, sin querer me reflejo en la mirada de aquellos que no están, me vuelvo sumamente paranoico por la situación y comienzo por perder el cabello de forma abundante y repentina. Quisiera poder encontrarte cuando salgo a caminar por las calles de la Capital, toda la gente indiferente no registra el dolor pesado que llevo dentro de mi pecho, a veces paro unos minutos en alguna esquina para ver como se desangran mis pulmones, un gran charco de sangre azul me rodea lentamente pero nadie suplica por mi ayuda. Los inmuebles toman formas extrañas, me siento en un cordón y a la mente me vienen recuerdos imborrables de un pasado no muy distante. Detenerme en aquellas situaciones me pone demasiado mal, me vuelvo rencoroso como un cuchillo gauchesco en plena guerra mesopotámica, los libros dentro de mi bolso parecen expresar aún más este agujero interior, revolviendo en lo más oscuro de mi alma. De repente, mi figura se torna un poco más filosa, me doy cuenta que mi mirada se convierte en un mar rojizo de bronca, siento convulsiones y me desmayo en un parque seco de árboles.

Cacheteando un poco al destino vuelvo a recobrar la torpeza aunque no dejo de perder mi desvelo y mi insomnio cada vez es más pesado. Mi cabeza es pura anarquía simulando creer que está todo para el carajo cuando en realidad ni siquiera pensé en matarme (¿o sí?), todo el mundo se queja de la modernidad, algunos retrógrados vuelven a pensar en un mundo de piedras, dicen que el amor no existe, que murió desolado en algún rincón de Venecia, que son todas patrañas las líneas de los que escribieron poesías, que Romeo y Julieta era una banda de rock y no se que más sarta de estupideces. Pero yo no veo la vida de ese modo, quiero rescatar todo lo que acontece en ella y me vuelvo extrañamente vulnerable a todos los momentos. Golpeando un poco la suerte siento como las cosas empiezan a funcionar bien, la belleza de Lu me convierte en un caballero de honor, me siento cómodo para invocar a la lluvia de manera despojada, pero se me caen las lágrimas de la sudadera de los ojos y me convierto en cisne mientras de atrás alguien me mira el culo pajarero, me revelo ante el sistema, ante las personas, me junto con amigos, me visto y me desvisto al mismo tiempo, nada me conforma, el humo del cigarro se va metiendo en mis entrañas hasta devolverme el abrigo de una tos convulsa, todo se corre hacia un costado para poder abrir paso a este demente escritor que no hace otra cosa que pensar en los problemas que trae el estar enamorado.



- ¿no me das un mate?

- Si

- ¿Un biscocho?

- Bueno

- ¿me amás?

- No sé, ¿vos a mí?

- Si, mucho

- Ah

- ……

- Tomá el mate que se enfría

- Bueno





Qué pasa con el viento que hoy corre para el otro lado, eso hace la lluvia, envolviendo todos los sentimientos de las personas que sufren por algo, así el tiempo se vuelve muy esquizofrénico, nada de eso corresponde al calentamiento global sino que la atmósfera capta todo lo que pensamos y lo convierte en un remolino un poco pesado, pero no te asustes por que por momentos se olvida de todo y el sol vuelve a brillar. Te quiero pedir que esta noche nos hagamos aire, que nos movamos de acuerdo a la dirección en que sopla ese andar furioso del ventilete loco, que las cosas sigan siendo cosas pero que nosotros nos disfracemos de altares luminosos y dejemos correr la sangre por nuestras venas solo si quisiéramos estar los dos solitarios, como pájaros estúpidos que chocan en su vuelo emergente, como si estuviéramos escapando de no se qué. Volvete en tu mirada y decime todo lo que pensás y lo que no. Mirame con ganas, que no haya mirar sin ver, una plegaria más a todas las que te he dicho pero no te me vuelvas en contra.

Caminando otra vez, un papel en el piso quiso que yo lo levante y lo saque de su amarga soledad ambigua, el texto estaba un tanto gastado pero recitaba algo así:



El azul del cielo parece extraño en este vasto invierno. En esta época se me planta la extraña semblanza de quedarme horas y horas solo en mi cuarto. No digo del todo la verdad, la realidad es que me siento acompañado, me encantaría enumerar aquellas formas que me acompañan: mis libros, mis discos, mis fotos, mis cuentos, mis inquietudes y mis verdades. Ahora veo las cosas desde otro lugar. Antes abusaba de las sobremesas extensas, de los parientes que recordaban sus encuentros con falsos pregones, allí los padres son madres y las madres, padres y los padres son sacerdotes, casi, diría yo un lugar platónico. Es ideal como cliché pero no para mí.











Algo muy raro pasa, como si la fotosíntesis no fuera eso y fuese otra berreada. El sistema es así, resentido a sus ideales, plegado de paludismos y llantos, de pobreza y humanos tras el consumo, la rebeldía pasa por no estudiar y no es así todo, no.

Recuerdo cuando me gustaba salir a pasear con mi perro para llamar la atención de las chicas del barrio: Lisa, Belén, Cielo…. Que puta que era Cielo, pero a mi nunca me dio pelota, una loca de mer.

Miro hacia el horizonte y se me viene a la mente la imagen de Nicodemo: aquel viejo ciego que me regalaba monedas para los caramelos y yo las gastaba en no sé que porquería. Murió muy solo el pobre. Bah, tenía un par de gatos y libros rotos.

Vuelvo a mirar el room, están conmigo Poe, Borges, Miguel, John, Federico, Gustavo…… y respiro tiernamente. Hay veces que se me planta no dormir, el soplo inconstante de mi pecho me hace saber que me tengo que tratar. Vivir, morir, nacer otra vez. Lamento muchas cosas, otras no. Los animales, pobres, ni saben por qué los matamos, que los comemos y los vomitamos sin ningún estribo, y todo para morir.

Seguramente no estarán todos de acuerdo con lo que pienso pero es más fácil así, no quiero recordar a las personas ahora, porque no quiero que me lloren después sino que crezcan amigos, leales y fieles. El pasado no existe; esto ya es pasado, ya fue.

Y ahora me toca irme, no sé si los volveré a ver, ya llego, unos pasos más y llego. Donde iré no lo sé, no me miren más. Quince pisos más abajo y todo terminará.

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