martes, 20 de abril de 2010

Ojos de papel ( Chapter Two)



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Parecía una carta de despedida, alguien que optó por vender su alma al cielo, esto hizo que mi cabeza comience a enrularse un poco, formas fantasmagóricas me comenzaron a acechar y me fijé algún rostro en mi imaginación.


Ahora los peces de colores extraños juegan frente a mí, simulan que se divierten en un país de maravillas ocultas; dentro de su mundo parecen que se aman, sin embargo, dejan observar una leve tristeza en sus ojitos amarillos pequeños.


Otro sueño hermoso aquel donde caminábamos por la calle tomándonos de las manitos y maquinándonos un poco mientras leíamos alguna tragedia amorosa. Fijate en los ojos de aquel niño. No parecen grises sino más bien de color cielo opaco, como sugiriendo alguna travesura. ¿Y si nos volviésemos pequeños otra vez? Que preciso sería decirte cuanto te quiero, aquí nosotros jugamos a ser distintos a todos, a todos los demás que nos miran con envidia.


- ¿te gustaría ser perro?


- No sé, ¿a vos?


- Si supiese que no sufren por amor, seguramente que sí


- Ah, creo que a mi no.


No siempre se puede finalizar un diálogo de la manera que uno quisiera, quizás esos son trechos crueles en la relación de una pareja. Nos anhelamos uno al otro pero no nos queremos con igual similitud. Cómo dejar de ser amable, de ser uno mismo para poder ser más racional con el andar amoroso, me parece casi imposible realizar tan ardua tarea: pero es eso lo que tú me pides, creo que sería muy difícil hacer que me ames. Salimos a bicicletear millones de veces, por miles de lugares, hasta los más recónditos y en ninguno de ellos me has dicho si me quieres pero mi amor es tan predecible que no te sirve ni un gramo, me gusta levitar y sentirme en otro espacio; otro planeta, flotar en tu orgasmo hasta cansarme en sudor y al fin sujetarnos del placer.


- ¿me abrazas un poco?


- Sí, por qué no


- Pero si lo sentís sino no


- No te pongas insistente


- No es que insista pero quiero que me quieras.


- No puedo obligarme a quererte, me sale así, ¿no lo ves acaso?


- OK.


Los revés de la vida suelen ser muy amargos, así uno se vuelve terco, paranoico y deja que la razón supere a los sentimientos; y es aquí donde fallamos. Nos dejamos superar por el género, nos volvemos indiferentes, nos sentimos inferiores, nos revelamos incoherentes y todo se va a la mierda. Cómo se hace para construir un mundo amoroso sin que existan las heridas más salvajes. No hay una medicina estable para cicatrizar al corazón viejo y cansado de un escritor de prosas cotidianas. El otro día me dejé abrazar por el sol cuando me puse a pensar en la existencia del hombre. ¿Existe un Dios que se apiade de todas las almas en soledad?, si fuese así la tristeza sería en vano. Te invitaría al cine de la vida pero te la pasarías preguntando acerca de todo y la verdad es que no tengo las respuestas a todas tus inquietudes. No me motiva tu interés por dejarme tranquilo. No ves que no estoy celoso, es solamente un destello de amor, si te pregunto es para demostrarte cuanto te quiero, aunque tuviésemos los ojos del mismo color veríamos las cosas diferentes, como las observamos hasta ahora.


- estás muy linda hoy


- gracias


- muy linda


- muchas gracias.


Salgo a caminar solitario porque el afuera me acaba de llamar con un grito de diluvio. Mojado entre los trigos me pongo a pensar que sería de nosotros si Perón hubiera vivido 120 años o si Cortázar y el Che hubiesen escrito un cuento de amor juntos para alguna mujer desconocida, hoy Lu me amaría y yo estuviese mucho más suelto en actitudes que en palabras. Sigo empapado por las gotas pequeñas que caen desde un cielo horrible pero muy romántico. Voy levantándome, el clima se ha puesto algo tenebroso y me puse un poco incómodo. Deseaba escribirte algo pero la densidad del temporal envenenó mi pluma y no quiero hacerlo con bronca. Pasa el tiempo, pasan las llamadas, pasan las carcajadas, las bocanadas de humo; y sigue el amor distante. No hay fruto de esta siembra, vieja armonía de una música repetida, se vuelven a mí los momentos más hermosos, las conjuras de un pecho inflado por la traición y el engaño, pero dónde te puedo encontrar, dónde puedo enseñarte a creer en el amor, en desventajas y defectos de una vida conyugal que nunca llegará. Tus latidos se escuchan fuertes, se oyen más que tu voz consumida por una gran gripe de mezquindad. No me dejes ahorrar en pedidos, no comiences a psicopatear al corazón, dejalo jugar, que se vuelva vulnerable por la experiencia.

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